Unas cuantas verdades que deberías saber sobre la peluquería canina

Ejerzo mi profesión desde hace más de 10 años y cada vez que subo un perro a la mesa me pregunto: “¿Qué pensará éste aquí arriba?” y “¿Qué puedo hacer yo para ponerlo bonito y limpio sin coacción?”
La respuesta suele ser: “imposible”. Aunque le seques con todo el mimo, el perro sumiso mirará al vacío queriendo huir y el miedoso girará como loco sobre sí mismo. En peluquería canina te encuentras con infinidad de procedimientos que son absolutamente necesarios para la salud e higiene básica a la vez que intolerables para el propio perro.
Asumimos esta realidad y continuamos con nuestra labor. Pero, a partir de ahora, ¿Cómo orientaremos el servicio? ¿Cuál será éste si ponemos en una balanza el miedo del perro y los requerimientos estéticos del dueño?¿Cumpliremos el rígido esquema para complacer los gustos estéticos del dueño o flexibilizaremos el servicio para hacérselo más llevadero al perro?.
"cuando el estándar estético está muy alto se desatiende el bienestar del perro"
Si de algo me he dado cuenta en estos años es que no se puede hacer un servicio respetuoso con el perro siguiendo un esquema rígido de trabajo. Aun así, la peluquería canina tradicional exige este tipo de esquema:
- el perro de pelo largo ha de ser completamente estirado durante el secado para realizar el corte adecuado
- el orden del secado debe ser "de abajo a arriba de traseras a delanteras capa a capa"
- la zona del morro y lagrimales ha de quedar "perfectamente estirada" para conseguir una cara adorable
- el baño también tiene un protocolo determinado según la raza.
Pero ¿y si el perro viene lleno de nudos y se puede hacer un precorte aunque el manto no esté completamente estirado para evitar dolor?. O, ¿si resulta que odia que le cepillen las patas delanteras y podemos ir alternando las patas en el secado en vez de llevar un orden cerrado?. O ¿si el perro odia el agua y tenemos que saltarnos algo del protocolo en el baño?.
Cuando el estándar estético está muy alto se desatiende el bienestar del perro. Las peluqueras debemos reinventar nuestra forma de trabajo y apostar sobre todo por ganar la confianza del perro. Aliarnos con el tutor en pro de un servicio mas respetuoso y quizá... un poco menos estético.
La segunda reflexión que quiero hacer en este artículo es que la relación que se establece en la peluquería entre el humano y el perro es asimétrica, el perro se queda sin sus cuidadores en un espacio aversivo para él; no le gusta como huele, se le sube en una mesa en la que no quiere estar, se le priva de su libertad de movimiento y se le peina, baña y hacen procedimientos que no le gustan. La posición del humano se impone SIEMPRE a la del perro y éste, sí sostiene la situación, es porque se le ha acostumbrado de una manera otra. Ese es el kit de la cuestión: el perro soporta la sesión de peluquería debido a un mecanismo que se llama Indefensión aprendida (Seligman y Maier, años 60) pero, nosotras, peluqueras, tenemos la responsabilidad de aminorar esa asimetría con una serie de compensaciones basadas en la observación del perro (cuáles son sus líneas rojas o naranjas) y con grandes dosis de empatía y respeto.
Como dice Byung Chul Hang, “hay una alternativa a la supremacía del poder y esa es la amabilidad”. Volver ético el poder brinda espacios múltiples donde se hace posible incluso la comunicación entre especies diferentes. La amabilidad es la llave para llegar al otro y el poder que tiene el humano frente al animal tiene dos caminos: la imposición o la amabilidad.
Volver ético el servicio de peluquería flexibiliza el protocolo higiénico- estético y lo adapta a las necesidades emocionales del perro a la vez que la comunicación fluye de forma orgánica y natural.
La sesión se vuelve más colaborativa y menos violenta y os puedo asegurar que trabajar así es un auténtico placer para los que amamos a los animales.
Pero, amigas peluqueras y bolsillos de nuestros clientes, esto tiene un precio: no estar trabajando con varios perros a la vez, no saturar agenda, conceder el tiempo necesario a cada servicio, aliarse con el tutor del perro para buscar soluciones estéticas acordes a la sensibilidad de su perro.
"la relación que se establece en la peluquería entre el humano y el perro es asimétrica"
Si, por el contrario, aplicamos la ley estética de la peluquería tradicional por encima de todo, pueden ocurrir 3 cosas:
- Que el perro tenga un grado máximo de docilidad y la indefensión aprendida le lleve a quedarse como una estatua y dejarse hacer. Ese es el "perro bueno" de la peluquería tradicional.
- Que en las primeras sesiones oponga resistencia y que poco a poco vaya aprendiendo que debe someterse.
- Que su carácter no entre en la cuadricula del método tradicional estético, la peluquera pase por alto todas sus líneas rojas y acabe agrediendo. Ese perro ya llevará el cartel de "perro malo" por todas las peluquerías que vaya pasando.
Y tú mama perruna ¿Qué perro tienes?
Y tú, peluquera canina, ¿Con qué forma de trabajo te quedas?








